martes, 6 de mayo de 2014

Delirio de 4:30 p.m.

Llegó la primavera, siempre con sus encantos y sus particularidades, 
pero esta primavera es diferente, viene acompañada de rosas negras, 
rosas marginadas, rosas rebeldes, rosas magistrales. 

Esta primavera es interesante,ofrece gente que viven de noche y duermen en el día, gente de cuentos, gente obstinada por vivir, gente que le arrebata el verde al césped, gente que necesita la lluvia, que necesita cuidados para que florezca su humanidad. 

Esta primavera no administra sorpresas, 
esta primavera quiere cambiar el tiempo, 
¡vaya atrevimiento!, 
poner nacimientos en los segundos, crecimiento en los minutos y muertes en las horas. 

Mi primavera no discrimina, 
no excluye risas y abrazos, promueve la vida y condena el olvido.

Cuento corto de un padre con hijos de piedra

Era un día ordinario, sonaba una corrida del mejor joropo del reproductor de audio, el mundo no existía, se suprimieron los jefes, era el mundo ideal para los corazones libres. 

A medida en que se dieron los pasos, el camino fue increíblemente maravilloso, con esperanzas, con ilusiones, pero sobre todo con sueños, los del marinero al momento de salir al mar para pescar, los del padre con sus hijos de arcilla. 

Media hora tardía, la hora de las penas, se fue esa luz y la oscuridad se apodero del padre, le mojaron la arcilla y sus hijos irremediablemente se convirtieron en piedra, la piedra que golpea la mesa, la piedra que quiebra su alma.

Io

Realmente algo está dañado, 
reviso las páginas amarillas, 
paso las hojas, una tras otra, 
a ver... ésta no es... tampoco es la otra, 
no existe un especialista, 
no existe un terapeuta, 
el responsable de curar éstas heridas, 
éste corazón olvidado por la vida, 
soy io. 

Realmente algo está dañado, 
soy io, quien no comprende como los golpes conspiran contra mi mismo, 
contra todos, en contra de la felicidad, 
mi destino es el de Ramos Sucre, el del olvidado, 
morir sin gloria, sin amor, sin un aplauso por pararme firme ante el asesinato de muchas vidas, 
de las historias que no contaré por falta de tiempo, 
por falta de reparación.

Selectividad del destino

Recorrí... 
¡demonios recorrí!, 
todavía no olvido el color de tu iris, 
un poco de caoba, quizás un café claro, 
las orquídeas también pueden imitar a la madera, 
eres el amanecer, eres la tarde, eres la noche. 

Quiero... 
¡con la fuerza del Orinoco!, 
realmente quiero verte en mi presente, 
debo luchar contra la selectividad del destino, 
contra el empeño del tren en alejar los corazones.