En el bus,
con la lluvia acariciando la ventana,
se escucha que
mañana llegan los marcianos
esa simple y maravillosa verdad me ahorro trabajo el trabajo de la palabra
así me fui.
Por Sabana Grande,
cuando el muchacho me preguntó por la hora solo respondí,
mañana llegan los marcianos
me observó extraño,
como se miran los contendientes en el primer round
solo agregó “seguramente”.
Fui a librería,
“son trescientos cincuenta” dijo la muchacha,
de inmediato respondí,
mañana vienen los marcianos,
dejé el efectivo y seguí el camino,
jamás olvidaré su expresión
fue como la de un perro abandonado esperando el regreso de su vida.
Llegué a la candelaria
feliz, enormemente feliz,
sentado en la plaza reía solo
comprendí la dicha del vencedor en una guerra
sentí todas las glorias de los orgasmos de un siglo
les repito,
¡fui feliz!...
hasta pasados tres minutos que compartí con un chamo
con una mirada vacía y accidentada
que me dijo
mañana llegan los marcianos.