martes, 19 de mayo de 2015

Lo que la lluvia dejó

Me gusta la lluvia, 
me gusta el misterio contenido en cada gota,
Esas gotas me recuerdan.... algo que no se que es...  ¿tu rostro quizás?, ¿tu nombre?
¡Carajo no recuerdo tu nombre!
¡tampoco tu rostro!
...espera, aún no me dices tu nombre,  
aún la lluvia no termina.

lunes, 18 de mayo de 2015

Los asesinatos de la indiferencia

Eran letras pequeñas. Letras confundidas de un alma en pena. Las mismas letras que hicieron surgir su llanto. Como brota el agua de una naciente en la montaña más alejada del mundo. ¡camina, respira, llora!.

Así pasaron tres años. Su cinturón se quedaba sin espacios disponibles para nuevos orificios. Pero no era un cinturón ordinario, era el cinturón que amarraba su corazón, pálido, reseco, maldito, muerto y desesperado, que se iba achicando, cual anciano con el paso de los años. ¡Es imposible, vive, no temas!.

Llegó el mensaje en medio de la batalla. Su pena era la de él. Era la defensa de todas las penas del mundo, porque llevar la carga de la humanidad perdida reduce las esperanzas de vida y condena cualquier forma de existencia. ¿Qué exagero?, ¡Mira los muertos!, ¡hombre mira las guerras!, ¡mira las plagas, no olvides los asesinatos de la indiferencia!.



sábado, 9 de mayo de 2015

¡Somos los mismos!

Venga señora, cuénteme su historia, dígame si es rosa el color de sus sueños o gris como el humo de un corazón consumido. ¡Señora no somos piedras!... 

Usted me ofrece harina precocida como historia de su vida, me ofrece una lata de atún como la verdad mejor dicha, relata usted como Homero sobre Zeus la hazaña de burlar colas en cualquier centro de distribución de alimentos, usted atesora productos como las galerías atesoran cuadros de Picasso. ¡Señora no le valgo!...

Señora, déjeme contarle una historia, algo corta por su poco interés en mi tonta nota. Un ser humano es feliz sin la lata del atún. Puede seguir soñando sin la obligación de comprar su curul. Somos piezas en un tablero de ajedrez, defina usted con cual se ve. Mire, las piezas participan todas en la partida, pero los peones definen si la victoria es merecida. ¡Señora observe mi rostro!...

Un encadenado no puede escupir a otro, el colmo de la miseria es que un encadenado oprima a un encadenado. La solución para la liberación y por la patria del peón y del esclavo, es un trabajo justo y mancomunado. La solución no es otra que reconocernos en nuestra justa medida y que seguimos juntos por los mismos caminos de Bolívar.¡Señora no me escupa el rostro!...

Recuerde señora, por más que engrose su cuenta y olvide nuestra historia, la sombra de la nube abandonará el suelo, y cuando llegue el sol, ¡Ay de cuando llegue el Sol!, quedará como el olvidado de la calle bajo el inclemente frío de la indiferencia. ¡Señora somos los mismos!...

domingo, 3 de mayo de 2015

En el vagón de carga

No quiero ni busco hacer concesiones contigo,
ni con la vida, ni con mis letras,
a la vida le tengo ganas, ¡muchas ganas de joderla!, 
pasarle factura por eso que muchos llaman amor pero que no llega.

No quiero ni busco oportunidades para el reproche de un quizás, de un tal vez, de una mañana,
¡coño, vuelve la interrupción y se me va la musa!,
como venía diciendo...... 
de una mañana, 
las que están ausentes de ti, las que reclaman tu firma, tu compañía.

Se me ha escapado un poco de la prosa que tenía secuestrada, aún la retengo,
se me escabulle de las manos la palabra "VERDAD", y así te dejo en el vagón de carga.

He decidido hacer un viaje, espero julio, cargaré una escopeta conmigo,
¡tengo solo una bala!, 
una sola bala me basta y sobra para ganar la guerra, 
bala que asesinará a la vida y me cobraré con sangre lo que me ha arrebatado.

Tic, tac, tic, tac, ese reloj pajuo y sus inverosímiles segundos,
1, 2, 10, 1000, 90, 70, el contador inoportuno de los días, 
así quedo, con la cuenta regresiva para mi venganza.