domingo, 6 de mayo de 2012

Mandíbula Fracturada


La ciudad de las Despedidas, esa bazofia de documental, no contempla las infiltraciones que se hacen desde un imperio decadente, no analiza la relación existente entre una exposición permanente a la violencia y a las modas, sobre la conducta de los habitantes dentro de las urbes. No es casual que 9 de cada 10 películas inciten al consumo de cigarrillos como hábito de carácter en la personalidad de los individuos, mucho menos casual resulta, la temática violenta de los vídeo juegos, escuelas que forman asesinos dentro de nuestros propios barrios.

Entre tantas malas cosas que te enseña la caja tonta, no podemos obviar el atrofio cerebral (el arte de no pensar) y un mandibuleo particular. El mismo que llega acompañado de un buen "Osea" o un sentido "ME IRÍA DEMASIADO".

El arte de no pensar, busca que los individuos sean capaces de asumir un rol de zombies, si, como los de las películas, solo que los nuestros, los de la mandíbula fracturada, bioacumulan, por efectos de la polución de odio difundido por sus "Bbs" y en la parrilla de sus estrellas, en la luz de sus ojos, en la guía para sus "opiniones", en la norma de odiar todo y no querer nada, ¡En Los Medios de Comunicación!.

Este documental, tampoco analiza la ubicación de los medios de producción, ni cuestiona el enriquecimiento desproporcionado de una minoría sobre el total de habitantes de este territorio. Además, vale la pena explicarles a estos pobres sujetos un poco de geografía e historia.

En el proceso genocida de la conquista española sobre Venezuela para 1558, Diego de Lozada, pretendía fundar la ciudad de Santiago de León de Caracas, en los dominios del "Hércules Americano", en los dominios del Cacique Chacao, pero por resistencia de los Caciques, confederados por Guaicaipuro, logra fundar para 1567 la ciudad de Caracas que hoy conocemos en la Villa San Francisco. Es decir, actualmente Chacao, es un municipio del Estado Bolivariano de Miranda, "osea", no es Caracas.

Como caraqueño, afortunado hijo de esta maravillosa ciudad, mi eterno idilio, resulta indignante para el sentido común, que muchachos de espíritu prestado, ensucien el nombre de mi ciudad, y confundan la rebeldía con causa de la eterna ciudad primaveral con un caos absurdo. La perfección es un invento del capitalismo, y como invento capitalista, se tiende a menospreciar todo lo sublime de mi ciudad. 

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