martes, 16 de julio de 2013

Víctima de la Urbe

Son lentos mis pasos,
no freno la esclavitud,
soy víctima de la urbe,
soy prisionero de su lógica.

Me va la vida en debates,
gustos dispersos,
riñas con la vida generosa en golpes.

Pasa corriendo la mujer,
es la madre,
es la hermana,
es la humillada,
es la amiga,
la luchadora,
la que no administra sueños,
la que huele a papelón,
la de aroma dulce,
la de las eternas primaveras.

Pasa corriendo el hombre,
el padre,
el hermano,
el amigo,
el luchador,
el explotado,
el humillado,
el sin camisa,
el esperanzado,
el que no administra utopías,
el que no administra derrotas,
el de la triste figura.

Son lentos mis pasos,
no freno la esclavitud,
soy víctima de la urbe,
soy prisionero de su lógica.

Observo con lentitud la carrera por la rutina,
se mueven en cámara lenta,
en eso nos parecemos todos los proletarios,
corremos despavoridos ante la llegada de las 4 de la tarde,
no administro risas ni mucho menos silencio mis carcajadas,
de mi dicen: "¡es un pobre loco!",
aumentan los decibeles, y me río de su feliz miseria,
le respondo: "sí señor, soy pobre, ¡pero feliz!,
¿no existe locura en todos los seres humanos?,
¿qué es locura?,
¿qué es la felicidad?, 
no señor, 
¡soy un feliz loco!"

Son lentos mis pasos,
no freno la esclavitud,
soy víctima de la urbe,
soy prisionero de su lógica.

Ahora el oído musical se empeña en escuchar Agustín Lara,
que buena vaina con los empeños,
que buena vaina con el conformismo en el alma,
de eso no quiero nada,
quiero compañía de almas auténticas,
de almas rebeldes que respetan la locura y la necedad de un feliz majadero.

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