Atrévete a mirarme,
anda, deja la pena,
reconoce que al igual
que io, las ganas de vivir llegaron,
no seas tonta,
mis poemas son tuyos,
no seas ingenua,
conoces el destino de
los camarones con insomnio.
¡Espera!,
¡no te desvanezcas!,
no te apartes de mis
manos como la sal en el agua,
¡No huyas!,
acá solo hay espacio
para nosotros,
¡No zarpes!,
baja de la barca,
Bien, como quieras,
en este puerto te
espero con los brazos abiertos y con las letras dispuestas,
las mismas letras que
hoy reprochan tu partida.
Desperté a las 2:40
a.m., y nunca más la volví a ver.
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